Redacción 20/05/2020 11:57
Javier Otazu
Rabat, 20 may (EFE).- El Movimiento Saharaui por la Paz (MSP), impulsado por disidentes del Frente Polisario, acaba de nacer con la difícil vocación de propiciar una tercera vía de salida al conflicto saharaui entre la independencia reclamada por el Polisario y la mera autonomía, lo máximo que ofrece Marruecos.
El impulsor y presidente del MSP es Hach Ahmed Berical (64 años), un hombre que creció en el seno del Polisario y que llegó a ocupar durante años uno de sus cargos más estratégicos como es el de delegado para España, el país donde el movimiento saharaui todavía pesa en la memoria colectiva y recibe un amplio apoyo social.
Berical fue también «embajador» para América Latina en los años en los que el movimiento aún podía presumir de amistades ante numerosos países del continente, y es hermano del respetado Ahmed Bujari, fallecido en 2018 tras dedicar su vida a la diplomacia saharaui como eterno embajador ante la ONU.
Pero en 2012 Berical fue nombrado ministro de Cooperación -otro cargo estratégico dada la dependencia del movimiento de la solidaridad internacional- y comenzó entonces su distanciamiento del Frente, según afirma en una entrevista con Efe desde Asturias.
La entrevista ha sido telemática, como lo ha tenido que ser el congreso fundacional del MSP. Estaba programado para celebrarse en Mauritania, pero el coronavirus le ha obligado a nacer y elegir su primer comité político de forma virtual.
LA «REALPOLITIK» Y LOS SUEÑOS ROMÁNTICOS
Aunque se declara un «nacionalista saharaui en cuerpo y alma», Berical cree que «los hechos tangibles, el peso de la ‘realpolitik’ y los grandes intereses son capaces de alterar e incluso dar al traste con proyectos y sueños por muy legítimos y románticos que puedan parecer», en alusión apenas velada a la idea de un estado saharaui.
Y a la gran pregunta de su postura ante la opción de la autonomía, verdadero tabú para el Polisario, responde claramente: «Sin duda, es un punto de partida para la búsqueda de una solución pacífica».
Muchos y prominentes saharauis antes que Berical han roto con el Polisario y han terminado casi sin excepción pasándose «al enemigo» y defendiendo sus tesis, pero Berical asegura que no es su caso: «No he tenido contactos propiamente dichos (con Marruecos), por consiguiente, no he recibido ninguna propuesta».
Defiende que el Polisario no puede arrogarse la representatividad exclusiva de los saharauis, primero porque dentro del independentismo hay muchas voces críticas, y segundo -y aquí rompe otro tabú- hay que contar con los saharauis promarroquíes, «tan respetables como los demás» y a los que habrá que tener en cuenta en toda negociación.
Sin embargo, ni Berical ni el MSP han formulado hasta el momento una propuesta propia o distinta que permita sacar al conflicto del callejón sin salida y presentarlo efectivamente como una tercera vía.
LAS RAZONES DE LA DISIDENCIA
El Frente Polisario ha conseguido algo muy difícil, como es mantener unido al movimiento saharaui durante 45 años, residiendo en las inhóspitas llanuras desérticas de Tinduf (sur de Argelia), aceptando primero el alto el fuego con Marruecos en 1991 y viendo después cómo Marruecos se niega a organizar un referéndum de autodeterminación.
Esta trayectoria no ha impedido que surjan esporádicamente voces disidentes, al principio dentro del movimiento y con espíritu reformista: este ha sido el caso de la Iniciativa Saharaui por el Cambio (ISC), que en los últimos años trató de convertirse en «corriente interna».
Sin embargo, el Polisario recurrió a la detención en julio de 2019 de sus cabecillas, Abba Bouzid y Fadel Mohamed Breica, más el periodista Mahmoud Zeidan, que salieron en libertad tras varias semanas gracias a la intervención en su favor de Human Rights Watch (HRW) y otros grupos pro derechos humanos.
Finalmente, la ISC arrojó la toalla y rompió con el Polisario, pasando entonces a formar el MSP, reprochando al frente estar gangrenado por el tribalismo y la corrupción, según sostiene Berical.
La población en los campamentos de Tinduf «está desesperada por la prolongación del exilio y la falta de perspectiva; la juventud se siente frustrada y agobiada por un futuro incierto», asegura.
Y aunque la vuelta a las armas está totalmente descartada -según Berical, ni Marruecos, ni Argelia ni ninguna otra potencia la apoyaría-, hay entre los saharauis «una desesperación que ha llevado a algunos a buscarse la vida asociándose a bandas de traficantes o a grupos yihadistas».
El MSP -concluye Berical- quiere evitar que el conflicto saharaui «pierda interés y se convierta en otra Cachemira más», en alusión a los eternos conflictos olvidados. EFE
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