El MSP estaría dispuesto a entrar en un diálogo directo por una solución que abra las puertas del futuro para los saharauis

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Entrevista a Hach Ahmed, realizada por Andrea Saavedra y publicada en el periodico de La Provincia.

Hach Ahmed Baricalla (Dajla, 1957), secretario general del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP), reivindica un acuerdo político negociado para acabar con el conflicto en el Sáhara Occidental. El movimiento, creado en abril de 2020, es una escisión del Frente Polisario y busca ser la tercera vía para superar las posturas radicales y encontrar un punto intermedio que devuelva a los saharauis «su lugar» en el panorama internacional.

La aparición del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP) introdujo en la región la cultura del multipartidismo. ¿Cómo reaccionó el Frente Polisario a este nuevo panorama político?

Cundió el pánico en una organización que está acostumbrada a tener un solo caudillo y un solo discurso. El Polisario ha cometido multitud de errores que han hecho prolongar este conflicto por más de 50 años sin que se vislumbre ninguna salida. Ha apostado por la actividad militar cuando era inviable debido a la asimetría que hay entre las partes enfrentadas. Ha habido un enfoque poco afortunado por parte de esta dirección que es alérgica al debate interno. Eso nos ha llevado a la creación de este movimiento que busca un ca- mino más sensato que permita al pueblo saharaui salir de esta situación de irrelevancia en la que está emplazado desde hace 50 años.

¿Por qué solución aboga el MSP?

El movimiento apuesta de manera decidida por una solución pacífica, en la que no haya vencido ni vencedores. Cualquier situa- ción conflictiva siempre ha terminado en una solución negociada y creemos que es posible un acuerdo de paz. El Polisario está conduciendo al pueblo hacia un suicidio colectivo y si no acude a la mesa redonda propuesta por el Enviado Personal del Secretario General de la ONU, el MSP estaría dispuesto a entrar en un diálogo directo o a través de una mediación con Marruecos para alcanzar un acuerdo que abra las puertas del futuro para los saharauis.

¿Está a favor de la iniciativa marroquí para la negociaciónde una estatuto de autonomía de la región del Sáhara?

La propuesta todavía está en pañales, es un conjunto de titulares sin mayores contenidos. Pero creemos que puede supone un punto de partida para una negociación. Las autoridades marro- quíes deben ahora ser más explícitas y entrar en una fase avanzada explicando en que consiste esta propuesta. Habrá que hablar muchas cosas para aclarar cuales son las competencias que corresponden a los implicados y qué tipo de organismos son los que van a dirigir la futura entidad saharaui. El MSP quiere ser la tercera vía que trate de superar las posturas radicales de las partes y encon- trar un punto intermedio porque en esto consiste la política y creemos que no es imposible.

¿Considera que las últimas decisiones del Polisario han provocado que este pierda peso en el panorama internacional?

La duración del conflicto y las muchas decisiones erróneas han conducido al Polisario a una situación de irrelevancia. La confrontación actual entre Marruecos y Argelia margina aún más al pueblo saharaui y al Polisario. Nuestra propuesta busca precisamente recuperar el protagonismo del pueblo saharaui en el panorama internacional. No queremos ser la hormiga en esta pelea de elefantes. Queremos reunificar al pueblo en su propia tierra, porque esparcido por el mundo no sirve para nada.

Las redes sociales están teniendo especial protagonismo en el conflicto. ¿La guerra en el Sáhara es más virtual que real?

En comparación con otras guerras y conflictos, esta es una situación más virtual. Yo no he visto grandes despliegues de tropas y tampoco he visto grandes cifras que reflejen pérdidas humanas y materiales para que sea calificada como una guerra. Lo deseable es que nunca sea una guerra porque es el peor escenario que se pueda imaginar una persona. Nosotros lo que deseamos para el pueblo saharaui es vida, lo opuesto a la guerra. Si el conflicto armado no ha aportado lo que pudo aportar en el pasado, difícilmente lo vaya a hacer en el futuro.

¿Cree que el reconocimiento por parte de EEUU de la sobera- nía de Marruecos ha cambiado las cosas en el panorama internacional?

El panorama lleva tiempo cambiado. Este proceso de negociaciones lleva casi 30 años y no se ha conseguido un acercamiento de posiciones. Marruecos ha gestionado mejor sus relaciones internacionales. Su última apuesta por una apertura de relaciones con Israel ha sido un golpe magistral en las relaciones internacionales. La postura de Donald Trump es también la de la administración de Joe Biden y eso es un hecho de mucha trascendencia.

¿Cree que es adecuada la postura de España ante el conflicto en el Sáhara?

El pueblo saharaui es una especie de pieza en el tablero de las relaciones entre España y Marruecos. Las relaciones entre el Polisario y España nunca han sido buenas y hay una parte de la sociedad española vinculada emocionalmente con los saharauis. Pero eso no se traduce en una postura política más favorable al Frente Polisario. Marruecos tiene contenciosos con España, son vecinos y tienen que entenderse. Y lo que no debería pasar es que el pueblo saharauis fuera también un elemento de discordia entre estos dos países. Los saharauis pueden también suponer un nexo de acercamiento entre los países por las relaciones históricas. España debería apoyar la idea de que se avance hacia una solución pacífica consensuada porque servirá para mejorar sus beneficios e intereses. Y esa solución negociada servirá, además, para serenar las relaciones con Marruecos de forma que todos los implicados podrán aprovechar sus buenas relaciones para los proyectos de cara al futuro.

¿Considera que Canarias debería ser más determinante a la hora de posicionarse en el conflicto?

El Archipiélago y el Sáhara son pueblos vecinos que han manejado intercambios comerciales todo el tiempo. Canarias será el territorio más beneficiado de este esfuerzo por lograr la paz y conseguir que se abra paso hacia la solución del conflicto. Las Islas deben ser el buque insignia que guíe al resto hacia una nueva postura que potencie las posibilidades de una solución de compromiso. Marruecos, España y Canarias no se van a mover de ahí, por lo que hay que tener un enfoque más pragmático, realista y más sensato.

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